Fiesta para una mujer sola

Fiesta para una mujer sola

von: Ángel Vázquez, Sonia García Soubriet

Rey Lear, 2011

ISBN: 9788492403721 , 256 Seiten

Format: ePUB

Kopierschutz: DRM

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Preis: 6,99 EUR

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Fiesta para una mujer sola


 

LA NOVELA ‘MALDITA’ DE ÁNGEL VÁZQUEZ
POR SONIA GARCÍA SOUBRIET


FIESTA PARA UNA MUJER SOLA, publicada en 1964, es la segunda novela del escritor tangerino Ángel Vázquez. Su autor la escribió apremiado por el editor, la necesidad económica y el reciente galardón del Premio Planeta que obtuvo dos años antes con Se enciende y se apaga una luz. Durante su difícil redacción, Vázquez contó, como siempre, con el apoyo incondicional de sus amigos y, en este caso, con el de Pilar y Eduardo Haro Tecglen, a los que está dedicada como agradecimiento a la ayuda prestada. La correspondencia que el autor intercambió desde 1962 con su amigo Emilio Sanz de Soto deja traslucir las dolorosas y difíciles circunstancias del escritor durante esos últimos años en Tánger, ciudad que abandonaría definitivamente en 1965. En sus cartas, cuenta con crudeza su precaria situación económica y familiar, a la que se une su cada vez más incómodo estatus de ciudadano de segunda en la nueva sociedad tangerina y que él describe como una «experiencia pura y sencillamente “benaventiana”».
Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, Vázquez, siempre lento a la hora de escribir, termina la novela. Y quizás animado todavía por la euforia del reciente galardón, desde mayo hasta septiembre de 1963 colabora en el Semanal del diario España con una serie de ácidos artículos sobre la condición humana, escritos en el mismo tono irónico y pesimista que caracterizará toda su obra. Estas son a grandes rasgos las circunstancias que rodearon esta singular novela, una historia de soledad, que nos revela, según sus amigos, parte del mundo privado del autor y nos habla de un Tánger que iba a dejar de pertenecerle.
El editor José Manuel Lara (derecha) debatiendo con el jurado que concedió en 1962 el Premio Planeta a Se enciende y se apaga una luz, de Ángel Vázquez.
Cuando se publica Fiesta para una mujer sola, Ángel Vázquez no era un escritor desconocido en España. Ya en 1956 había quedado finalista del Premio Sésamo con su novelita El cuarto de los niños y había llamado la atención del crítico Rafael Vázquez Zamora. Más tarde, en 1962, su novela Se enciende y se apaga una luz, según palabras de Rafael Conte, mostraba la presencia de un escritor nuevo y original dentro la narrativa española de aquellos años. Sin embargo, Fiesta para una mujer sola fue peor recibida por el público y la crítica, la cual, aunque reafirmaba lo ya dicho sobre el escritor, consideró que esta novela no suponía ningún avance sobre la primera. Además, la censura, aunque no prohibió el libro, por razones morales, tampoco facilitó su difusión, ya que trataba de amores adúlteros y poco convencionales. De manera que publicada en abril, la novela quedó retenida y no pudo venderse en la Feria del Libro de Madrid, tal y como le comunica el autor a Emilio Sanz de Soto, en una carta con fecha de 21 de mayo de 1964. El propio Ángel Vázquez tampoco se mostró satisfecho con ella, como no lo había hecho con ninguna de sus obras anteriores. Cuando publicó La vida perra de Juanita Narboni se confesó un escritor recién nacido a pesar del Planeta y de sus otras publicaciones, que calificó de meros intentos, sólo eso.
Manuel Fraga, por entonces ministro de Información y Turismo, entrega a Ángel Vázquez el importe del Premio Planeta de 1962 en presencia del editor José Manuel Lara (derecha).
Fiesta para una mujer sola fue pues una novela castigada por unos y otros, olvidada por todos, y a mitad de camino entre un comienzo, aunque no brillante, sí con expectativas, y un final, doce años más tarde, tan imprevisto como sorprendente con La vida perra de Juanita Narboni. Y ahí precisamente reside parte del interés de esta novela en una obra tan escasa, el de ser ese eslabón que completa una trayectoria singular y nos permite conocer la evolución creativa de su autor hasta la genial Juanita Narboni.
Fiesta para una mujer sola tiene mucho en común con el resto de la obra de Ángel Vázquez. En ella encontramos el mismo pesimismo existencial que caracterizará todos sus escritos y por ella desfilará la misma galería de seres solitarios e infelices, siempre presentes en el imaginario del autor: mujeres insatisfechas con sus vidas y sus circunstancias, hombres huidizos y con poca consistencia. Parejas, matrimonios que conviven sin apenas comunicación, niños tristes que sufren las consecuencias de sus mayores, jóvenes melancólicas y sin ilusiones. Muertos cuya ausencia pesa trágicamente en los actos y decisiones de sus más cercanos. Vázquez nos muestra a estas familias desgraciadas y rotas, analiza su malestar existencial y sus complicadas relaciones. Tánger, la gran protagonista de toda su narrativa, será el lugar donde ocurre esta historia. Esa ciudad viva, conflictiva y extraña, como la definió Eduardo Haro Ibars, con sus vaivenes y mutaciones, el privilegio de su internacionalidad, sus protectorados. Y como telón de fondo, su sociedad rica y compleja, con esa rara mezcla y convivencia de credos, culturas y lenguas:
Ella había nacido en aquellos barrios. Conocía la hora en que los judíos salían los viernes de las sinagogas. Y los cristianos, de la misa elegante del domingo, por la estrecha puerta trasera de la vieja iglesia de la Purísima. Y el cantar de los salmos en la Pascua de la Torta. Y los desfiles de los mozos y mandaderos cargados de confituras en el día del Purim. Y el grito prolongado de los muecines cuando llamaban a la oración de la tarde.
En Fiesta para una mujer sola no sólo encontramos el mundo burgués de la clase adinerada del Monte o el Marshan, con sus privilegios especiales y sus fiestas, sino también, entre otros, el Tánger de la clase media española, el de las pensiones baratas, de los comerciantes, de las casas de la medina; ese Tánger provinciano heredero de los primeros colonos: «La costurera, el practicante, el zapatero, todos aquellos españoles que llegaron en los primeros tiempos a aquel puerto, con el corazón henchido de entusiasmo ante la promesa de una nueva vida» y que la ciudad acabó por absorber, transformándolos a su imagen y semejanza. «Los nietos de aquellos seres se parecían cada vez menos, tanto en los rasgos físicos como en los espirituales a sus descoloridos antecesores…» Todo ocurre en el momento crucial en el que Tánger acaba de perder sus privilegios de ciudad internacional, y para todos ellos, algunos tangerinos de varias generaciones, se presenta un futuro incierto, por no decir trágico. «Mi patria es Marruecos, dirá uno de los personajes. He nacido aquí. Mis padres nacieron aquí. Y los padres de mis padres…» Nos encontramos por lo tanto ante una sociedad a la deriva perteneciente a un mundo destinado a desaparecer.
Morocco that was de Walter Harris; Memorias de un viejo tangerino de Isaac Laredo; La pequeña historia de Tánger de Alberto España… (…)
     Libros todos ellos de recuerdo, de tiempo pasado, tiempo muerto. En algunos de ellos se hablaba de sus abuelos, de sus padres, de ella misma. Todo había cambiado. Tánger había dejado de ser internacional. Marruecos ya era independiente (…) con tía Emilia desaparecía todo un mundo. Toda una época. Se iba una parte de Paula Carosio. Se acentuó aquella congoja y estuvo a punto de llorar.
A esta crisis histórico social de una comunidad se une la personal de Paula Carosio, la protagonista de esta historia que a sus cincuenta años hace balance de su vida acomodada y vacía, carente de sentido y de afecto. Ella es la «mujer sola» que encontrará una última oportunidad de felicidad y de recuperar el tiempo perdido en Damián, el joven madrileño recién llegado a Tánger. A través de este personaje, Vázquez introduce una mirada nueva en la sociedad tangerina que a su vez permitirá comparar dos mundos tan cercanos como ajenos: el de la España gris de mesa camilla y estrecho porvenir de principios de los sesenta, que deja este personaje, y el de la ciudad luminosa, abierta y cosmopolita donde se instala. De ella irá surgiendo esa sociedad variopinta de personajes como Julieta Grisson, en cuya casa se hospedará el recién llegado; Derrik, el marido de Paula; Santi, el cónsul, Nadia la judía de origen ruso y otros; tangerinos todos que conversan en tres y cuatro lenguas y cuya cultura, manera de vivir y tolerancia de costumbres deslumbrarán al recién llegado. El introductor de Damián en ese círculo privilegiado será Javier, amigo de Paula, un joven cuya homosexualidad lo mantiene encerrado en su mundo. A través de estos tres personajes, cuyas voces se irán alternando, se entretejerá esta narración lineal que nos irá revelando sus vidas solitarias e insatisfechas y de las que irá surgiendo con sus sombras y fantasmas un pasado frustrante del que todos intentan huir. Pero también un presente que les ofrece una oportunidad de salvación en la persona de Damián: para Paula la posibilidad de rebelarse contra las intransigencias e intolerancias de su vida burguesa y vivir esa pasión tan anhelada; y para Javier encontrar en él un compañero que puede salvarlo de su destierro místico y destructivo. Damián será por lo tanto el elemento renovador. Su llegada, sin él proponérselo, supondrá una sacudida vital en ese mundo estático de relaciones ya hechas e inamovibles. En este muchacho joven, que atrae todas las miradas, se centrarán no sólo los deseos sino que su presencia también desencadenará encuentros, despertará viejas relaciones y esperanzas. De ahí que Paula lo...