Teorías sobre el amor en el cultura árabe medieval

von: Emilio Tornero Poveda

Ediciones Siruela, 2014

ISBN: 9788416120031 , 234 Seiten

Format: ePUB

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Teorías sobre el amor en el cultura árabe medieval


 

 

Preámbulo

«No hay en toda la topografía humana paisaje menos

explorado que el de los amores. Puede decirse que está

todo por decir, mejor, que está todo por pensar.»1

 

 

Es mi intención, ante esta topografía humana tan poco explorada, según el sentir de Ortega, ofrecer datos para la reflexión procedentes de las teorías que sobre el amor se han emitido en el mundo árabe-islámico medieval, presentando abundantes traducciones, mías y de otros, de textos árabes.

Este trabajo no es un estudio histórico o sociológico acerca del amor en el mundo árabe, sino un estudio estrictamente literario de las teorías que aparecen en los textos que luego presentaré. Estos textos versan sobre el amor, al que tratan desde un punto de vista teórico, pero no son tratados de erotología.

Tampoco pretende ser este un estudio del conjunto total de los abundantes textos que versan sobre el amor, pero sí he utilizado los más importantes, con mucho, de entre los que conocemos.

Respecto a estos textos, me limito a analizar, extraer y traducir los planteamientos teóricos, dejando de lado los numerosos poemas y relatos que ilustran sus teorías, y, en general, no considero los razonamientos de tipo religioso y moral.

El amor del que aquí se habla es el amor profano y heterosexual, no el amor en sentido religioso o místico.

Sobre las concepciones acerca del amor hay que tener en cuenta lo que señala Octavio Paz respecto a que, por un lado, el sentimiento amoroso es un sentimiento universal, pero, por otro, las ideas, las concepciones del amor, son múltiples y variadas:

 

La atracción erótica hacia una persona única es universal y aparece en todas las sociedades; la idea o filosofía del amor es histórica y brota solo allí donde concurren ciertas circunstancias sociales, intelectuales o morales2.

 

Y sobre estas concepciones amorosas puntualiza el mismo autor lo siguiente:

 

No son construcciones lógicas: son la expresión de profundas aspiraciones psíquicas y sexuales. Su coherencia no es racional sino vital. [...] Añado que, si no son una filosofía, son una visión del mundo y, así, son también una ética y una estética: una cortesía3.

 

Señala asimismo O. Paz la deuda que tiene Occidente, en cuanto a su concepción del amor, con el mundo árabe4, destacando que

 

la concepción occidental del amor muestra mayor y más profunda afinidad con la de los árabes y persas que con las de la India y el Extremo Oriente5.

 

Por otro lado, este tipo de amor, el amor occidental, el que conocemos desde Provenza, como también observa el autor mencionado, no ha sido conocido en la Grecia antigua6, pues si bien Platón es el fundador de nuestra filosofía del amor,

 

el amor de Platón no es el nuestro [...], no es realmente una filosofía del amor, sino una forma sublimada (y sublime) del erotismo7.

 

La diferencia fundamental entre el amor occidental y el griego es, sin duda, la heterosexualidad, ya que en la Grecia antigua solo aparece Eros en la relación homosexual. El amor heterosexual en Grecia es tardío, puesto que, según observa F. Rodríguez Adrados, se trata de

 

una innovación helenística, que refleja un modelo distinto de sociedad8.

 

En la Grecia antigua, en cambio, sobre el amor heterosexual, en concreto el del hombre hacia la mujer, nos dice este mismo investigador que,

 

de existir, es antitradicional y está especialmente vetado por la sociedad. Seducir, implorar, añorar, sufrir no está dentro de los esquemas de conducta del hombre: al contrario9.

 

En el mundo griego habrá que esperar a Plutarco10, quien hacia el año 120 planteará el tema del amor heterosexual y, en pugna con el amor homosexual griego, tratará de mostrar que Eros no puede existir sin Afrodita y que el amor heterosexual no solo es igual, sino superior al homosexual11.

Desde estas premisas, pues, la filosofía griega no ha podido hacer objeto de su especulación al amor heterosexual, ya que, como vemos, no estaba presente en su sociedad, o al menos, si lo estaba, no era algo significativo.

Tampoco la filosofía occidental, a lo largo de su historia, y como se deduce de la cita de Ortega, ha hecho objeto de sus análisis la temática amorosa. Será más bien en otro ámbito, en el literario, donde comenzará a plantearse el tema del amor y de su estudio teórico.

Los filósofos del mundo árabe, en la estela de los griegos, tampoco se han ocupado propiamente del amor12. Es más, se advierte en uno de ellos, en al-R?z?, como veremos, la conciencia explícita de que esa realidad humana no es digna del filósofo, y por tanto, de ninguna manera puede convertirse en objeto de sus preocupaciones intelectuales.

Será en otro ámbito del mundo árabe donde aparecerá el estudio teórico del amor. En concreto, hallaremos tratados dedicados a dicho estudio en un ámbito literario-religioso.

 

Fue Stendhal, quien tanto sabía del amor, el primero en fijarse en el mundo árabe, apreciando el sentimiento amoroso allí manifestado y calificándolo de «verdadero amor» y de «modelo»:

 

El modelo y la patria del verdadero amor hay que buscarlo bajo la tienda gris del árabe beduino13.

Aludiendo a los libros que sobre el amor han producido los árabes, Stendhal hace esta observación:

 

Estos libros tan curiosos son muy poco conocidos; al pequeño número de sabios que podrían leerlos, el estudio y los hábitos académicos les han secado el corazón14.

 

Tal vez por ello, para remediar esa situación, el escritor francés se preocupó de darnos noticia de algunos de estos libros y de extractarnos varias historias de amor ‘u?r? 15, sobre las que posteriormente, inspirándose en ellas, compuso H. Heine su poema «Der Asra»16.

De entre los libros árabes que versan sobre el amor, el más conocido es el de Ibn ?azm de Córdoba titulado El collar de la paloma17. Pero no es este el único tratado sobre el amor en el mundo árabe. Hay todo un filón de obras dedicadas al tema a lo largo de varios siglos y desde muy temprano, como vamos a ver, lo que demuestra la seria preocupación que el amor constituía para la cultura árabe.

La concepción del amor de estos tratados versa fundamental y exclusivamente sobre el amor heterosexual. Ciertamente se menciona en ellos, aunque muy de pasada, el amor homosexual, y hasta cierto punto parece reconocerse su realidad, pero en todo caso como algo excepcional y derivado, que sigue las pautas del amor heterosexual18, pues hay una total unanimidad en el rechazo del amor homosexual, rotundamente condenado por el islam.

El punto de partida de la reflexión de estos libros teóricos árabes es, sobre todo, la experiencia amorosa vivida, encarnada y expresada en la poesía árabe, de ahí las abundantísimas citas de poemas de que están plagados dichos libros así como las también abundantes historias en prosa de amantes, que constituyen igualmente un inmenso acervo de experiencias, ideas y conceptos.

El amor apasionado, romántico y heterosexual que exhalan estos poemas e historias amorosas procede de lo más profundo de la Arabia preislámica, sin que los investigadores hayan podido averiguar su origen último, de dónde y por qué surgen estos apasionados, exquisitos y sublimes amantes que parecen hacer una religión de su sentimiento amoroso y de su adoración a la mujer, pues el amor, en su grado máximo, es concebido, literalmente, como una adoración, ta?abbud, concurriendo y rivalizando con la religión y llegando en el caso del amor ‘u?r? hasta la muerte y el suicidio por amor19.

Con la aparición del islam no se pierde, sin embargo, ni ese sentimiento amoroso ni los poemas e historias de amor. Todo lo contrario, será en su seno donde se tratará de integrar la herencia árabe amorosa preislámica.

Precisamente lo más llamativo de los tratados árabes sobre el amor que vamos a estudiar es que muchos de ellos han surgido dentro de ambientes caracterizados por su religiosidad, incluso dentro de la más estricta de las escuelas religioso-jurídicas islámicas, la ?anbalí 20.

J. C. Vadet muestra su extrañeza, y con razón, ante esta singular literatura amorosa mezclada con sentimientos religiosos, señalando la dificultad «de hacerse una idea del estado de espíritu que anima a estas síntesis disparatadas»21.

Sin embargo, no podemos considerar estos libros como «síntesis disparatadas» si tenemos en cuenta que su objetivo es, ciertamente, desde el...