Breve Historia del Siglo de Oro

von: Miguel Zorita Bayón

Nowtilus - Tombooktu, 2010

ISBN: 9788497638210 , 256 Seiten

Format: ePUB

Kopierschutz: Wasserzeichen

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Preis: 7,99 EUR

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Breve Historia del Siglo de Oro


 

PRÓLOGO


No está clara la línea divisoria entre la Baja Edad Media y el Renacimiento, pero desde luego, y según donde, cabalgaría entre los siglos XIV y XVI, coincidiendo con acontecimientos sociales como la aparición de los gremios y el desarrollo de las ciudades como espacio de convivencia y relación.

En el plano cultural se realizaron importantes progresos con respecto a la etapa anterior que, salvo en ciertos momentos, se caracterizó por enfrentamientos continuos entre reinos (emergentes o consolidados), grupos con intereses concretos, culturas y creencias religiosas enfrentadas radicalmente.

Sin embargo, no todo fue negativo, hubo hechos relevantes, como la creación de los cimientos que permitieron la llegada del Renacimiento. Por ejemplo, las Cruzadas, que en general se saldaron con un desastre en el plano bélico para los cristianos, permitieron establecer rutas por las que fluyeron importantes conocimientos. Y poco a poco estos fueron transformando las sociedades, y por tanto los modos de pensar y de enfrentarse a los retos de la existencia. La gran popularidad alcanzada por el Camino de Santiago permitió establecer una compleja red de rutas por la que circularon miles de peregrinos camino del Finisterre. Gracias a ella, Europa pudo conocer las obras y sabiduría de los filósofos, escritores, astrónomos y matemáticos griegos y romanos, pongamos por caso.

Pero no solo eso, sino que también llegaron noticias de reinos remotos que estaban situados en Asia o África. La maraña de caminos que se llamó Ruta de las Especias (coincidente en su mayor parte con la Ruta de la Seda, así se la llamó a partir de 1877) llevó a Oriente Medio no solo el comercio, sino también el conocimiento de los importantes logros alcanzados por gentes hasta ahora remotas y legendarias. Y desde allí se difundieron por todo el orbe cristiano, hasta llegar a Santiago de Compostela o Toledo.

Prueba de ello fue la coincidencia de todo esto con la aparición fulgurante y repentina de esos prodigiosos edificios cuya construcción rozó lo sobrehumano que son las catedrales. ¿Hubieran podido concebirse sin los conocimientos llegados de Oriente? Creemos que no. Fue gracias a ello que se convirtieron en una especie de minaretes cristianos. Una seña de identidad inequívoca y un nuevo modo de entender la espiritualidad determinado por otras sensibilidades tan hasta ahora lejanas como la de los antiguos egipcios o los místicos sufíes.

En España, el Renacimiento alcanzó su punto más relevante gracias a dos acontecimientos fundamentales, uno la expansión de la Corona de Aragón por el Mediterráneo añadida a su unión a la de Castilla, y otra su consecuencia, el Descubrimiento de América. El mundo se hizo tan grande que ya no podía interpretarse con la concepción medieval, y su control necesitó del establecimiento de monarquías absolutas y fuertes, capaces de asumir los nuevos retos.

A partir de este momento podemos empezar a hablar de un Siglo de Oro de lo español, aunque desde luego no ocupó este una centuria, sino toda una época que coincidió con los gobiernos de los miembros de la familia Habsburgo.

¿Por qué de Oro? Pues porque, a pesar de los problemas, los de sajustes, los enfrentamientos y los contrastes, Europa, y sobre todo la vieja Hispania, experimentaron un desarrollo cultural semejante al que significó la difusión de la cultura clásica en el Imperio Romano (aunque se perdiera casi en la Edad Media).

Pero hay algo que hay que tener claro, esa denominación es una convención posterior. Quienes vivieron en aquellos momentos no fueron conscientes de ello en su totalidad, aunque sí de sus manifestaciones, que conformaron la vida de los reinos y de sus gentes.

Ejemplos: el desarrollo de las Universidades donde empezó a forjarse el pensamiento científico como herramienta que aventó el oscurantismo anterior; la sofisticación de la música; la popularización del teatro; el acceso a la poesía de las clases desfavorecidas; mejores oportunidades de desarrollo personal (al menos para algunos); aumento del bienestar gracias a la alimentación y una incipiente medicina cada vez más eficaz. Podríamos enumerar muchas cosas, pero casi vamos a proponer algo mejor.

Si usted lee este libro, conocerá de primera mano todo esto, a través de la visión de un artista plástico joven y genial, gran experto en temas de historia, no solo por su formación académica, sino también por su desmedida afición, que le convierte en un verdadero erudito calificable de forofo (que suelen ser los que más saben de las cosas y mejor las interpretan).

Conocer el Siglo de Oro no solo consiste en empaparse de un montón de fechas, acontecimientos políticos o religiosos y biografías de los protagonistas principales, es también tomar contacto con lo que pasaba en la calle, con el día a día de unos españoles que estaban vivos y dotados de una exhuberante creatividad allí donde estuvieran, y lo demostraron con hechos.

Al igual que si entráramos en una máquina del tiempo, Miguel Zorita Bayón nos lleva de paseo por aquella época, repleta de anécdotas y hechos curiosos poco conocidos que nos permiten saber algo más de un tiempo en que se alcanzaron cotas máximas en muchos campos, algunos loables y otros no tanto.

Fueron hijos de ese tiempo Miguel de Cervantes Saavedra, que no solo creó la novela moderna, sino que lo hiciera como lo hiciera, escribió una de las más importantes de la historia de la literatura. Una obra magna en la que se pueden encontrar lecciones universales y vigentes en todo tiempo. Además, redactada con tal perfección que nadie puede dudar hoy de acudir a ella en busca de estilo y buen hacer. Francisco de Quevedo, autor de grandes monumentos poéticos; Lope Félix de Vega Carpio, un dramatugo a la altura de William Shakespeare; Calderón de la Barca, Góngora..., por hablar de literatos. Porque si lo hacemos de pintores, tenemos a Carreño, Velázquez, Claudio Coello, Murillo, Valdés Leal..., otra lista que sería interminable y excesiva para un prólogo.

En el campo político, se destacan los recovecos y zonas desconocidas de reyes como Felipe II, que a la luz de las modernas investigaciones aparece como un hombre contradictorio, a caballo entre la ortodoxia más furibunda y una herterodoxia menos conocida que le llevó a rodearse de gentes que, sino fuera por él, hubieron ido de cabeza a los calabozos de la Inquisición, como Juan de Herrera o el extremeño Be nito Arias Montano. Un hombre también muy supersticioso que reunió en su obra arquitectónica más notable, el Monasterio de El Escorial, casi ocho mil reliquias que le protegieran tanto a él en persona, como a sus ascendientes y sus descendientes. También creyó que incorporándolas en algunos lugares de aquel santuario estaría protegido contra los embates del maligno. Un lugar que serviría de tapón de una hipotética Boca del Infierno, que en realidad no fue más que una leyenda mal contada relacionada con actividades minero-metalúrgicas de la sierra de Guadarrama.

Conoceremos también a sus sucesores y sobre todo la peripecia personal de los más desgraciados, como fueron su propio hijo Carlos, que terminó muriendo joven víctima de sus desarreglos, o aquel pobre hombre enfermo que fue Carlos II, al que se sometió a verdaderas torturas para que pudiera dejar un descendiente. Y como no lo consiguió los Habsburgo tuvieron que dejar paso a otros candidatos, el Archiduque Carlos de Austria y Felipe V Borbón (ya sabemos que la Guerra de Sucesión fue ganada por este último).

Capítulo importante es el que, a través de sus personajes principales, trata de uno de los fenómenos más extraordinarios de todos los tiempos, la aparición de una mística castellana, semejante en muchos de sus presupuestos y manifestaciones a la desarrollada por otras creen cias filosóficas o religiosas. Sin tener un contacto claro con ellas, abarca temas que son comunes a algunos de las prácticas de los budistas zen o los sufíes, que aunque son musulmanes también tienen orígenes filosóficos universales elaborados por Sócrates o Platón.

Hay muchas cosas más, como la biografía de personajes remotos que realizaron hazañas extraordinarias, como el madrileño Pedro Páez Jaramillo, descubridor de las fuentes del Nilo Azul, tras visitar multitud de prisiones en tierras árabes. Una relación de algunos fenómenos curiosos y extraordinarios acaecidos en los cielos que llamaron la atención en su tiempo y llevaron a pensar si no estarían ante un fin del mundo o una señal orientatativa, como la observada por el Cardenal Cisneros cerca del pueblo de Titulcia, que le llevó camino de Orán para luchar contra los turcos.

Hay dos capítulos dedicados a analizar...